miércoles, 7 de febrero de 2018

Neuronas y Neuroglía

La siguiente pregunta que debemos hacernos es, ¿de qué está formado el encéfalo? 
Tradicionalmente lo que se dice es que está formado de neuronas, pero no debemos olvidar a las igual de importantes células gliales. 
En primer lugar, las neuronas son células polarizadas las encargadas del transmitir la información en forma de impulso eléctrico. De hecho las neuronas y la comunicación que existe entre ellas, son las encargadas de la conciencia que tenemos de nosotros mismos.
La morfología y la genética de las neuronas varía mucho dependiendo del tipo y de la función que cumplan, pero tienen ciertos rasgos compartidos. En primer lugar encontramos el cuerpo o soma neuronal, centro del metabolismo y donde se encuentran los orgánulos, que además tiene una pequeñas prolongaciones denominadas dendritas, que es a donde llega la información, a mayor actividad neuronal, mayor desarrollo del árbol dendrítico. Por último, existe una prolongación más larga, denominada axón, que es por donde sale la información (a otras neuronas e incluso a otras células, como los músculos).


Por otro lado e igual de importantes, están las células gliales. Para nos hagamos una idea, el número de de estas células supera en 50 veces al número de neuronas en el organismo. Las funciones de estas células son dar soporte estructural y nutricional a las neuronas, producir la mielina que recubre los axones, eliminar desechos y protege al sistema nervioso de infecciones. Como vemos son muy importantes ¿no? Pues si, de hecho se dice que las células gliales son las heroínas olvidadas en la historia del encéfalo. 
Pero, ¿quiénes son realmente? ¿qué forma tienen?
Bueno, hay gran diversidad de células gliales y cada una tiene su nombre, su forma y su función. 
Las céulas de Schwann y los oligodentrocitos son los encargados de formar la vaina de mielina que recubre los axones de las neuronas, la microgía tiene como principal función la defensa, los astrocitos dan soporte estructural y metabólico a las neuronas y las células ependimarias recubren los ventrículos cerebrales y permiten que el líquido cefalorraquídeo (LCR) fluya correctamente. 




La estructura

Imaginemos que tenemos en nuestras manos un típico encéfalo humano de unos 1400 gramos. La esponjosa capa exterior que sentimos en nuestras manos es la corteza, es decir, la capa más externa del cerebro. Esta corteza crece mucho durante el desarrollo embrionario e incluso después de nacer,  lo que hace que se pliegue mucho y podamos ver todos esos surcos en la superficie. 
¿Veis que algunos de estos surcos son más profundos? 
Esos son los que separan los lóbulos principales de la corteza
¿Y cuáles son esos surcos y esos lóbulos principales? Veámoslo con una imagen sencilla.


En esta misma imagen, de color blanco, vemos el cerebelo, también con muchos surcos, y el inicio del tronco del encéfalo. En las personas vivas el tronco del encéfalo va unido con la médula espinal, vinculando el encéfalo con el resto del cuerpo. 
Pero esta es sólo la visión exterior, ¿qué ocurre cuando observamos el interior?
Para ver la parte interna necesitaríamos separar con cuidado los dos hemisferios. Debido a que existe simetría, da igual cuál de los lados miremos, en ambos veremos lo mismo. Además de poder distinguir igualmente los lóbulos, el cerebelo y el tronco encefálico o tallo cerebral, observaremos el cuerpo calloso, como una membrana que separa los dos hemisferios, el tálamo, que es el centro sensorial del organismo, el hipotálamo, el mesencéfalo situado justo encima del tronco y otras muchas estructuras.


Como podemos observar hay gran cantidad de estructuras en el encéfalo, y lo más importante de todo es que, aunque para cada una haya una función más o menos definida, todas ellas se coordinan para trabajar juntas.

sábado, 3 de febrero de 2018

Los orígenes y la evolución

Los orígenes del encéfalo se pueden localizar hace unos mil millones de años con la aparición de los organismos pluricelulares. Estos organismos tienen la necesidad de que sus múltiples células se comuniquen y así surgen las redes neuronales, una red difusa de neuronas comunicadas entre sí, una especie de cerebro primitivo o protocerebro que todavía se encuentra en la actualidad en algunos animales, como las medusas (filo Cnidaria). 


Pero, ¿qué pasó?¿Cómo, desde ese protocerebro, hemos llegado a nuestro avanzado encéfalo?  ¿Cuándo se unieron estos grupos neuronales para formar el primer encéfalo? 
La primera respuesta es sencilla. Los eventos geológicos y climáticos de esos tiempo tuvieron como consecuencia nuevos entornos y nuevos retos que permitieron e incluso estimularon una nueva evolución cerebral, con la aparición de grupos de neuronas especializadas para distintas tareas.  Sin embargo, la respuesta a la segunda pregunta conlleva una controversia mayor y no se conoce con exactitud la fecha, sin embargo, se conoce que hace unos 500 millones de años los ancestros marinos de los vertebrados actuales ya poseían estructuras semejantes al cerebro. 500 millones de años, ¿suena muy lejano a que sí?


Para acabar, ¿cómo podríamos explicar los distintos tipos de cerebros que han existido?
En el reino animal actual podemos observar cómo las presiones evolutivas conformaron la aparición de los distintos tipos de cerebro. Ahora vamos a ver algunos ejemplos de estas adaptaciones.
- La mosca del vinagre carece de corteza cerebral pero posee grandes lóbulos de antena destinados a la percepción de los olores, algo de suma importancia para ellas.
- La rata tiene grandes zonas de la corteza cerebral destinadas a procesar la información proveniente de sus bigotes, que son los principales informadores del tacto en estos animales.
- Los peces poseen un gran cerebelo, estructura especializada en el movimiento. 
- Los seres humanos tiene en encéfalo más desarrollado y existen muchas teorías sobre las causas de este hecho, entre las que se hayan la bipedación, los grandes grupos sociales y la aparición del lenguaje.